En la década de 1950, la juventud mexicoamericana participó en muchas de las mismas tradiciones que la comunidad en general, incluida la asistencia a la escuela secundaria y la celebración de concursos de belleza. Muchos se esforzaron para tratar de encajar, considerando las tradiciones culturales hispanas como reliquias vergonzosas de sus padres y abuelos.